La transversalidad de género en la política económica

Se puede definir la "transversalidad de género" o mainstream, como un principio que permite aplicar una perspectiva de género en el desarrollo de las políticas públicas y que tiene como objetivo fundamental eliminar las desigualdades entre hombres y mujeres.

¿Se aplica una perspectiva de género a la hora de planificar y elaborar medidas de política económica? Definitivamente, no. 

El sistema económico actual, se basa en la división clásica público-privada en la que las mujeres han sido circunscritas al ámbito privado haciéndose cargo de los trabajos no remunerados sin tener en cuenta que este trabajo no remunerado ha sido y es fundamental para el mantenimiento de la economía y para el bienestar de las personas. 

Es muy difícil ver a mujeres economistas participar en debates de política económica, y más difícil aún encontrar a alguien del público en general que sea capaz de nombrar a alguna mujer economista de referencia en la historia económica. Por esta razón, entre otras, la perspectiva de género no es tenida en cuenta a la hora de hacer política económica. 

Si bien es cierto que las mujeres en las últimas décadas han podido desarrollar una carrera profesional, este desarrollo ha ido ligado al poder conciliarla en la mayoría de los casos con el trabajo doméstico. Sin embargo, en el caso de los hombres, esta conciliación no ha sido aplicada, y se han mantenido en la esfera laboral productiva a tiempo completo, sin asumir roles propios de la vida familiar. Es por esta razón, por la que el trabajo femenino se concentra en sectores con menos posibilidades de promoción profesional, con peor remuneración y con niveles inferiores de protección social. Y, en consecuencia, las crisis económicas afectan en mayor medida a las mujeres, al ser un colectivo que presenta mayor vulnerabilidad. 

Por estas razones, es fundamental incorporar la perspectiva de género a la hora de elaborar políticas económicas que vayan dirigidas a eliminar desigualdades entre las que podemos mencionar la mayor dificultad para acceder al crédito, la falta de corresponsabilidad en el ámbito privado, la insuficiencia de servicios públicos que cuenten con perspectiva de género, etc. 

En concreto, una política económica con perspectiva de género eficaz que impacte en los roles, los recursos y la representación, debe incorporar tres medidas que son fundamentales. En primer lugar, la corresponsabilidad. El trabajo no remunerado, no es responsabilidad de la mujer. Hay que educar en la corresponsabilidad y en el reparto de los cuidados. Ello se consigue flexibilizando horarios en las empresas, promocionando el teletrabajo, obligando a las empresas a diseñar oficinas con guarderías, permitiendo reducciones de jornadas que no reduzcan el salario de la mujer o el hombre que decida llevar a cabo los cuidados, o  aportando recursos económicos a las familias para poder obtener ayuda externa para el cuidado de los hijos que muchas veces recae sobre los abuelos, etc. 

En segundo lugar, en el acceso a la financiación. Según datos del Banco Mundial, las empresarias españolas suponen aproximadamente el 32,5% del empresariado, pero solo reciben el 8% de los créditos bancarios para emprendedores. Existe una desconfianza implícita al trabajo femenino que genera una localización desigual del crédito. Es importante facilitar la financiación por parte de las administraciones públicas, estableciendo cuotas mínimas de asignación de créditos a empresas femeninas, o medidas basadas en deducciones fiscales para las pymes dirigidas por mujeres.

Y en último lugar, pero no por ello menos importante, promover políticas económicas que favorezcan el educar en igualdad. La perspectiva desde la que se entiende la economía no cambiará jamás si no se implementan medidas que favorezcan la representación de la mujer en determinados ámbitos, como pueden ser los consejos de administración de empresas, el papel de la mujer en la banca, o los sectores tecnológicos, etc. Es evidente que hay sectores empresariales predominantemente masculinos como son los sectores técnicos (ingenierías, telecomunicaciones...); y sectores empresariales predominantemente femeninos (limpieza, sector textil, ...). En muchas ocasiones, ello predetermina a las mujeres a decantarse por estudiar una determinada carrera. El simple hecho de que una mujer sea la cabeza visible de una gran empresa tecnológica puede favorecer la promoción de la mujer dentro de este sector; por lo que es fundamental favorecer a través de las políticas públicas el empoderamiento de la mujer dentro de las empresas.

Todas estas medidas ayudarían a disminuir las desigualdades entre hombres y mujeres y a aplicar una perspectiva de género en las políticas económicas que se lleven a cabo. Esta perspectiva de género toma especial importancia durante las crisis económicas. Es fundamental recalcar que las desigualdades generadas por las crisis económicas, se perpetúan en los sectores más vulnerables, entre los que se encuentran las mujeres. Por ello, es importante pelear por la inclusión de la perspectiva de género en las políticas económicas que se implementen durante una crisis económica, puesto que de ello dependerá que las desigualdades entre hombres y mujeres se atenúen o, por el contrario, se profundicen y perpetúen en el tiempo.

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